martes, 19 de mayo de 2015

Atrapados Dentro



Suenan en mi cabeza ecos repetitivos de almas perdidas, pidiendo auxilio... Se ahogan, su nostalgia hace puenting  en la hoguera, arrimados al peligro que les produce la sensación de malestar que les niega ver mas allá de la simple mirada. En una superficie repleta de sin sentidos.
Tienen miedo a caer mal, sin embargo, no ser como el resto, no está de más. Su mochila repleta de cargos de conciencia, les impide avanzar sin recordar, pero la suerte no les devolverá a lo real, sino su capacidad para levantar, lo que detruyeron, jamás volverá.
Desatarse de la crueldad que les persigue, alejarse de la vía que siempre los conduce en línea recta, profundizar  en lo sinuoso para encontrar la calidad de lo que se esconde en lo desconocido.
Respirar un milímetro de cambio necesario, bastará para nadar con más energía hacia la salida, eleverá las alas para extenderlas sobre el cielo sin coste alguno, sin que importe lo que difamen aquellos que no surcan los sueños. No consiste en llegar primero, sobradamente suficiente  basta con llegar al horizonte, mientras la fama y codicia sólo lo divisa a kilometros.
Nada es lo que se ve, todo es lo que se siente. Los problemas intentan perseguirnos hasta extasiarnos, aunque mejor es detenerlos poniendo nuestra sonrisa por frontera.
Y si necesitan de lujos, otros tan sólo anhelan detalles, que cuando suene la campana al final del túnel, llenarán de tranquilidad y felicidad el rápido recorrido de rotación por su ciclo.
Sólo al entenderlo, los gritos se transforman en fantasmas liberados por simples palabras capaces de indagar en lo sensible, que se escapan junto con su cárcel, dando pausa a mi cerebro almidonado, en cuyo interior se refugiaban.

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