La
templanza de los años, pasea severamente por nuestra piel, mientras
la belleza sigue escondíendose a hurtadillas en nuestros adentros.
Parece que fué ayer cuando recurrí mos al pensamiento de un futuro
incierto, cumplido a rajatabla por la superación personal. Nada que
reprochar a nuestra conciencia, que nos respalda recíprocamente,
codo con codo.
Nada
es diferente, todo permanece idéntico, excepto una superficie
deteriorada por la tormenta cruel del tiempo que no regresa. Son
palabras extraídas del interior de un cofre invisible, excepto para
nosotros mismos, cuyos secretos escondemos a cal y canto, aunque
quizás otros no se guarden tan profundo. Lo explorado permanece
fijamente en nuestra retina, en albums fotográficos mentales;Lo que sufrimos, lo superamos con creces, lo que disfrutamos, fue absorbido para fortalecer nuestro estado anímico. Perdimos más de lo ganado, aún así tiene más valor una meta cumplida que cien falladas, por la constancia y el aprendizaje en cada repecho caído. Somos lo que somos, estamos orgullosos de ello
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