Recuéstate sobre la arena, mientras juego a capturar
conchitas en la calidez de la orilla.
Voy a volver antes que te des cuenta, simplemente cierra
tus alargados párpados, descansa sobre tu toalla para dos, pronto la ocuparemos
completamente.
No diré nada, permitiré que el silencio aclare el momento,
aprovechando para fotografiar tu piel pálida bajo el cielo azul; Lo mejor es
que ignoras que lo hago
¿Qué cara pondrás cuando te enseñe aquél viejo álbum con
tus fotos imprevistas?
¿Estoy soñando?... o quizás ¿Eres un oasis?... Elevo mi
voz hasta el último rincón de la cala, aunque no escuchas, pues tus viejos cascos
ponen música en tu relax.
Ahora todo el mundo entiende lo que siento, sin
importarme que todas las miradas se hayan girado en torno a mí, a mis
tonterías, locuras con aroma de amor.
Sólo importas tú, en este momento no hay nadie más, sólo
te miro a ti, mi felicidad se encuentra donde las coordenadas de tu palpitar se
hallen.
Lo que sí haces es mirarme a lo lejos, saludándome con tu
brazo en alto, agitando dulcemente tu mano, provocando una gratificante sonrisa
en mi rostro.
Subo por las crestas rocosas para divisar una mejor
panorámica, te observo, pero esta ocasión me has perdido de vista; Pareces
preocupada… No busques el móvil, lo dejé en la mochila…
Rápidamente desciendo por la parte trasera, para llegar por tu espalda sigilosamente,
por sorpresa, como dije anteriormente… sin darte cuenta.
Tapo tus ojos con la palma de mis manos manchadas de
arenilla, recorro tus brazos con mis labios, sonsacándote una pequeña carcajada,
aparto uno de los auriculares de tu oído… susurrándote levemente…
-¿Me buscabas? Pues aquí estoy. Tranquila, jamás me iré.
¿Dónde mejor que contigo?
El gesto de tu rostro te impulsa a besarme dulcemente,
mirándome fijamente a los ojos.
El sol languidece paralelamente a la línea marítima,
nosotros de pie, abrazando nuestros cuerpos húmedos, jurándonos amor eterno.
Que hermosa melodía para finalizar el día.