sábado, 29 de marzo de 2014

Melodía al atardecer



Recuéstate sobre la arena, mientras juego a capturar conchitas en la calidez de la orilla.
Voy a volver antes que te des cuenta, simplemente cierra tus alargados párpados, descansa sobre tu toalla para dos, pronto la ocuparemos completamente.
No diré nada, permitiré que el silencio aclare el momento, aprovechando para fotografiar tu piel pálida bajo el cielo azul; Lo mejor es que ignoras que lo hago
¿Qué cara pondrás cuando te enseñe aquél viejo álbum con tus fotos imprevistas?
¿Estoy soñando?... o quizás ¿Eres un oasis?... Elevo mi voz hasta el último rincón de la cala, aunque no escuchas, pues tus viejos cascos ponen música en tu relax.
Ahora todo el mundo entiende lo que siento, sin importarme que todas las miradas se hayan girado en torno a mí, a mis tonterías, locuras con aroma de amor.
Sólo importas tú, en este momento no hay nadie más, sólo te miro a ti, mi felicidad se encuentra donde las coordenadas de tu palpitar se hallen.
Lo que sí haces es mirarme a lo lejos, saludándome con tu brazo en alto, agitando dulcemente tu mano, provocando una gratificante sonrisa en mi rostro.
Subo por las crestas rocosas para divisar una mejor panorámica, te observo, pero esta ocasión me has perdido de vista; Pareces preocupada… No busques el móvil, lo dejé en la mochila…
Rápidamente desciendo por la parte  trasera, para llegar por tu espalda sigilosamente, por sorpresa, como dije anteriormente… sin darte cuenta.
Tapo tus ojos con la palma de mis manos manchadas de arenilla, recorro tus brazos con mis labios, sonsacándote una pequeña carcajada, aparto uno de los auriculares de tu oído… susurrándote levemente…
-¿Me buscabas? Pues aquí estoy. Tranquila, jamás me iré. ¿Dónde mejor que contigo?
El gesto de tu rostro te impulsa a besarme dulcemente, mirándome fijamente a los ojos.
El sol languidece paralelamente a la línea marítima, nosotros de pie, abrazando nuestros cuerpos húmedos, jurándonos amor eterno. Que hermosa melodía para finalizar el día.